Cómo ser más eficiente en el trabajo con «baja productividad»

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En un mundo laboral cada vez más acelerado, parece que el éxito está reservado para quienes se mantienen ocupados, responden correos electrónicos sin cesar y saltan de reunión en reunión. Sin embargo, el profesor de ciencias computacionales en la Universidad de Georgetown, Cal Newport, cuestiona este enfoque frenético en su concepto de “lenta productividad”, que busca deshacerse de la sobrecarga de trabajo para alcanzar una mayor eficiencia y calidad. Para Newport, la clave no es hacer más, sino hacer mejor.

Según Newport, la forma en que trabajamos actualmente, donde las distracciones como el correo electrónico y las reuniones constantes nos desgastan, está socavando nuestra productividad real. A menudo, pasamos más de dos días a la semana gestionando juntas y comunicaciones que podrían ser más efectivas si se optimizaran. Este modelo de productividad, basado en la actividad constante, no necesariamente nos lleva a resultados más efectivos o beneficiosos para las empresas. De hecho, afirma que puede ser un «grave lastre económico».

La «lenta productividad» propone todo lo contrario: trabajar de manera más concentrada, priorizando proyectos clave y deshaciéndose de tareas que, aunque ocupan tiempo, no aportan valor significativo. Para Newport, el verdadero poder radica en decir no a la sobrecarga, elegir cuidadosamente lo que aceptamos y organizar nuestras prioridades de manera estratégica.

Una de sus sugerencias más relevantes es limitar el número de proyectos y tareas que abordamos simultáneamente. En lugar de asumir demasiados compromisos, recomienda crear una lista de prioridades públicas, en la que se pueda consultar el estado de nuestros proyectos y comunicar de manera clara a los colegas y superiores lo que podemos hacer y en qué plazos. Cuando se recibe una nueva solicitud, Newport aconseja pedir a la persona que considere dónde debería ubicarse esa tarea en nuestra lista de prioridades, dándonos el tiempo necesario para realizarla con calidad.

Además, Newport promueve la idea de duplicar los plazos estimados para los proyectos. De esta manera, podemos concentrarnos en el trabajo sin la presión de hacer las cosas a toda prisa, lo que resulta en un trabajo de mayor calidad.

El enfoque de Newport se basa en la confianza y la transparencia. La idea es comunicar de manera efectiva las razones detrás de la necesidad de más tiempo para realizar bien un proyecto, sin que esto se vea como una excusa, sino como un compromiso con la calidad y el bienestar del equipo. Esta filosofía puede parecer una herejía en algunas empresas acostumbradas a la inmediatez, pero Newport asegura que la clave está en cómo se comunica esta solicitud de tiempo adicional. Al ser transparente y organizado, podemos cambiar la percepción de ser «lentos» a ser considerados como trabajadores eficientes y comprometidos con los resultados.

Newport también reconoce la importancia de la autodisciplina y la valentía para resistir la tentación de ser siempre “accesible” y “rápido”. En lugar de ofrecerse siempre para tareas adicionales, recomienda establecer momentos para bajar el ritmo y priorizar actividades que fomenten la creatividad y el descanso. A veces, tomar un tiempo para ti, como ver una película durante la jornada laboral, puede ser tan valioso como cualquier junta de trabajo.

El principal desafío de este enfoque es lograr destacar en la parte de nuestro trabajo que realmente importa. A medida que la inteligencia artificial y la automatización se apoderan de tareas rutinarias, la habilidad de centrarse en proyectos importantes y de alto valor se está convirtiendo en un activo esencial. Newport destaca que aquellos que se centren en desarrollar habilidades valiosas tendrán más control sobre su agenda y una ventaja competitiva en el mercado laboral.

El trabajo real, aquel que requiere concentración, creatividad y resolución de problemas, es lo que finalmente marca la diferencia en un entorno cada vez más automatizado.

La «lenta productividad» no es una excusa para el ocio, sino una estrategia para alcanzar un alto rendimiento sin sacrificar nuestra salud mental ni nuestra calidad de vida. Al adoptar esta filosofía, podemos equilibrar la eficiencia con el bienestar, y quizás, lograr lo que muchos buscan: un trabajo más inteligente y satisfactorio.

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